Extracto del libro «Árboles y Faros: Diez destellos para vivir en pareja»
Las relaciones de pareja están muy condicionadas por las convenciones culturales y sociales de cada momento. Esto lo podemos apreciar claramente en el aspecto de la convivencia. Tradicionalmente se ha venido considerando como algo consustancial, sin embargo, en la actualidad nos encontramos cada vez más parejas que optan por vivir en domicilios distintos.
Cualquiera de estas dos opciones o de sus posibles variantes, son igualmente válidas y respetables, si bien las repercusiones de cada una son distintas.
La convivencia significa compartir un espacio y un tiempo relevantes y significativos de tu vida, como son la vivienda, la cama, el baño, las tareas del hogar, el ocio, la crianza, los proyectos, el dinero, etc…
Esta intensa e íntima interacción conlleva afrontar grandes retos que conviene conozcas para que estés preparado.
Uno de ellos es afrontar los inevitables e innumerables conflictos que surgen durante la convivencia, en especial aquellos que derivan de las diferencias de carácter (p.ej. la impulsividad o la timidez) o de los hábitos de vida (p.ej. la impuntualidad o el desorden).
El capítulo siete está dedicado a cómo afrontar los conflictos de pareja en general.
Otro reto es la llegada de la monotonía y el aburrimiento. Sobre este asunto te diré algo muy importante también. La vida es cambio, por ello permite y propicia cambios en tu vida y, por supuesto, en tu relación.
Sé espontáneo, arriésgate y, sobre todo, nunca creas que lo sabes todo del otro (quién es, qué necesita, siente, piensa o quiere). El otro, como tú, como la vida, estáis en continuo cambio, aunque no seáis conscientes de ello.
Un reto más es dominar las llamadas “matemáticas de los sentimientos”. Supone conocer y aplicar las siguientes fórmulas:
La relación de pareja necesita mucho refuerzo positivo y poco negativo. Si hay más refuerzo positivo la relación se fortalecerá y si es al contrario el saldo de la “cuenta” se agotará. Nada de lo que hagamos en la relación es irrelevante. Todo lo que no suma, resta. Lo que resta influye y tiene mayor repercusión de lo que suma. Nos habituamos pronto a lo bueno y terminamos saturándonos de lo malo. Como puedes imaginar la convivencia puede generar multitud de situaciones en un sentido o en otro.Depende de ti que tu relación se vea fortalecida o desgastada, hasta el punto de terminar por romperse o de quedar instalada en el “limbo” de las relaciones no tan malas para dejarlas, ni tan buenas para querer continuar en ellas.
Por tanto, debes estar prevenido y atento, porque estas fórmulas desmontan la teoría de que el amor de pareja lo soporta todo.
Este es el auténtico respeto en una relación de pareja. Confiar en que ambos sois capaces de ocuparos de vuestra propia “mochila emocional”.
Todo lo contrario, cada día hay que cuidarlo y fortalecerlo, y la convivencia, a través de pequeños o grandes gestos, nos ofrece multitud de oportunidades para conseguirlo. La lista de posibles gestos es tan grande como lo sea nuestra propia imaginación.
Y no solo cada día, también cada noche. En este sentido comparto el secreto de una pareja con más de 80 años de convivencia (Florence y Percy Arrowsmith): “Nunca nos vamos a la cama enfadados el uno con el otro”. Y una vez en la cama, esto lo añado yo, qué mejor manera de finalizar el día que con caricias, abrazos y, si se tercia, buen sexo. Y hablando de sexo, recuerda que la pareja sin sexo no funciona, pero solo con sexo tampoco.
Como hemos visto, lo retos que conlleva la convivencia son importantes y complejos (fuente de conflictos, monotonía y desgaste), sin embargo, personalmente me decanto por ella por dos principales motivos:
En primer lugar, porque reconozco en mi interior la necesidad de compartir la vida con mi pareja de forma continua e intensa. La siento como una expresión natural de mi amor.
En segundo lugar, porque afrontar los grandes retos de la convivencia favorece y propicia el crecimiento personal y el fortalecimiento de la propia pareja. Y estos son dos objetivos prioritarios en mi vida.
Curiosamente la convivencia puede destruir o fortalecer una relación. Esto la convierte en una alternativa, además de exigente, arriesgada. Sin embargo, la vida no solo está en continuo cambio, también es un continuo riesgo y aprendizaje.
Cuando estás dispuesto a vivir así, ocurra lo que ocurra, siempre tendrás la oportunidad de conocerte mejor y de descubrir la relación más importante de tu vida, que espero ya tengas claro que es la que mantienes contigo mismo.