Extracto del libro «Árboles y Faros: Diez destellos para vivir en pareja»
«La situación que voy a describir a continuación es muy corriente en la mayoría de las parejas. Posiblemente te sentirás identificado. Yo me vi envuelto en ella durante muchos años y sin duda contribuyó a la ruptura de mi relación.
Como ya has leído, a medida que concluye la etapa de enamoramiento y los efectos de la convivencia se hacen patentes, empiezas a descubrir en tu pareja aspectos que no te gustan y que te hacen sufrir. Forman parte de lo que hemos denominado como su “mochila emocional”. Coloquialmente son los “defectos” que ves en los otros y te cuesta ver en ti mismo.
En algún momento llegas a la conclusión que la solución a esta situación es que tu pareja cambie. A partir de ese momento pones mucha energía e interés en presionarla, culpabilizarla y convencerla de que debe cambiar. Te dices a ti mismo: “Cuando esto lo consiga mi sufrimiento acabará y seré por fin feliz”.
Este planteamiento generalizado es resultado de la educación recibida y de los referentes sociales vividos. Si nadie te enseña algo distinto y todas las parejas que conoces hacen lo mismo, terminas por repetir este mismo comportamiento.
En su base está la actitud cómoda y fácil de culpabilizar al otro cuando las cosas no son o no ocurren como te gustaría. A esto le tendrías que añadir un motivo más, concretamente que, mientras estás centrado en el otro, no tienes que mirarte a ti mismo ni ocuparte de tu “mochila emocional”, lo cual suele ser doloroso y exigente.
Lo realmente grave es que este planteamiento lo mantienes hasta la extenuación, a pesar de que pasen los años y el otro siga sin cambiar.
Son años de muchos conflictos y desgaste de la relación, donde uno busca infructuosamente el cambio y el otro se siente culpabilizado, desaprobado e incomprendido. Un círculo vicioso de acciones y reacciones desafortunadas que se blinda y empeora aún más, cuando el otro llega a una conclusión similar: “Quien tiene que cambiar eres tú” o “yo no cambiaré hasta que tú lo hagas”.
Sin embargo, hay algo más retorcido y es mezclar al amor en todo esto, cuando te crees que por “amor” debes cambiar al otro y que sostener esta situación “sine die” es motivo de orgullo.
En este escenario son muchas las relaciones que terminan por romperse. El planteamiento es tan perverso que llegados a este punto las conclsiones a las que se suelen llegar son, por un lado, de refuerzo de la culpabilización (“la otra destruyó la relación por no cambiar”) y, por otro lado, de fracaso (“no fui capaz de hacerla cambiar”), cuando en realidad no hay culpables y el único fracaso es el planteamiento erróneo de querer cambiar a tu pareja.
Por suerte, siempre estás a tiempo de cambiar de estrategia, ya sea para dar un giro a tu actual relación, ya sea para la próxima que tengas. Acuérdate de que la vida es aprendizaje y que nunca dejas de aprender.
La nueva estrategia que te propongo se resume en tres puntos:
1º Ten una mirada compasiva y comprensiva hacia ti mismo y tu pareja. Interioriza esta
creencia: “Todas las personas hacemos lo que podemos, lo mejor que podemos”. No te tomes las acciones de los demás como algo personal y considera que detrás de ellas puede haber una historia que las justifique, más allá de una intención maliciosa.
2º Olvida querer cambiar a tu pareja, centra todos tus esfuerzos en cambiar tú. Cambia tu mirada, contempla la posibilidad que el comportamiento de tu pareja te está mostrando algún aspecto de tu personalidad que puedes mejorar, templa tu manera de reaccionar y prueba que, tal vez, cambiando tú sorprendentemente cambie ella.
¿Recuerdas la teoría de las paradojas? Aquí tienes otra, no la pierdas de vista.
3º Por último, adquiere la sabiduría para saber distinguir qué aspectos puedes cambiar en ti y aceptar los que no. Aprender a “aceptar” es una de las habilidades personales que mayores frutos pueden dar en tu crecimiento personal. En este caso, aceptas a la otra tal cual es, sin pretender cambiarla, y te aceptas a ti mismo, con tus luces y tus sombras.
Posiblemente estarás pensando que esto no funciona y yo te pregunto: ¿Cómo te va con tu estrategia? Si no estás muy convencido con los resultados y ya te sabes la película de memoria, ¡arriésgate y cambia! Recuerda, la vida es riesgo y está en continuo cambio.
Haz tú lo mismo.»