Extracto del libro «Árboles y Faros: Diez destellos para vivir en pareja»
«Dos árboles que crecen juntos con “profundas raíces” y entrelazadas copas.
Esta metáfora esconde dos secretos de incalculable valor para disfrutar de una relación de pareja feliz.
La leí en algún sitio hace bastantes años y desde entonces orienta mi vida personal y profesional. De hecho, ha terminado siendo el logo de DÚO, nuestro centro especializado en relaciones de pareja (www.depareja.es).
Los árboles en sí mismos ya esconden grandes enseñanzas, si somos capaces de cambiar nuestra mirada hacia ellos. Así lo expresa sabiamente mi buena amiga y maestra Ángeles Gallardo de Gomar “…quietos, ocupando perfectamente su lugar en el Cosmos, los árboles, desde su silencio, dan. Dan incondicionalmente; sombra, cobijo, frutos, belleza, descanso, compañía, Energía… No piden nada, sencillamente dan. Es así como aman.”
Descubramos el primer secreto que se esconde en las “profundas raíces”.
La pareja feliz está formada por dos personas autónomas y completas. Cada una de ellas sostiene y se responsabiliza de su propia vida, se siente plena y feliz individualmente.
Este estado se puede alcanzar de distintos modos. Algunas personas excepcionales lo “traen de fábrica”. Otras afortunadas lo han conseguido gracias a una adecuada educación familiar y es¬colar, donde se ha prestado especial atención a la inteligencia emocional y espiritual. Sin embargo, para el común de los mortales, lo habitual es que sea resultado de un profundo y extenso trabajo de crecimiento personal, que suele comenzar a raíz de una grave crisis, como puede ser una ruptura de pareja. Precisamente, este fue mi caso.
Existen múltiples técnicas y métodos a tu disposición para poder realizar este trabajo personal. Conviene que encuentres el que más se amolde a ti. Pronto descubres que hay trabajo más que suficiente para tenerte ocupado el resto de tu vida. Descubrir esto suele ser una buena cura de humildad y paradójicamente te ayudará a reducir la ansiedad por alcanzar prontos resultados.
Sea cual sea el camino que elijas, con este tipo de trabajo profundizas en tu interior como las raíces profundizan en la tierra. Esto te permite conocerte mejor, cambiar lo que puedes cambiar en ti, aceptar lo que no y descubrir una nueva manera de pensar, sentir y vivir.
Este enraizamiento alcanzado sostiene y nutre a árboles y personas a lo largo de sus vidas, permitiéndolas, como te digo, ser autónomas, completas, plenas y felices.
Para profundizar aún más en los secretos de esta metáfora te hablaré de otras dos interesantes metáforas: La metáfora de la enredadera y la metáfora de la media naranja.
La metáfora de la enredadera te enseña sobre las relaciones de pareja tóxicas o dependientes. La enredadera crece y se sostiene sobre el árbol. No dispone de un tronco y raíces que la mantengan firme por sí misma. Este tipo de crecimiento dependiente puede ser doblemente perjudicial. Perjudicial para el árbol que termina asfixiado por la enredadera y perjudicial para la propia enredadera, porque si cayera el árbol, también lo haría la enredadera con él.
No es difícil trasladar esta metáfora a determinados tipos de parejas claramente infelices, donde un miembro excesivamente dependiente termina asfixiando al otro, o donde las carencias de uno hace infeliz al otro incapaz de dejarlo.
Por último, la metáfora de la media naranja, nos presenta a cada persona como un ser incompleto que necesita de otro para alcanzar la plenitud y la felicidad añorada.
Esta metáfora, usada desacertadamente por un tipo de literatura y cine, ha sido muy dañina para muchísimas personas y parejas. Personas que siguen esperando encontrar a su media naranja. Parejas que creyeron encontrarla y han depositado su felicidad en ella, más aun, se la exige. Y esto no funciona, aunque durante un tiempo pueda parecerlo. Todo lo contrario, genera mu¬cho sufrimiento y la ruptura final de muchas parejas.
No eres una media naranja. No eres la media naranja de nadie. No existe tu media naranja. No eres la mitad de nada. Cada persona es una hermosa naranja. Cada persona es un árbol pleno, completo y autónomo. Un ser vivo que potencialmente puede aspirar a la suprema felicidad, sólo o acompañado.«