Son muchas las situaciones y escenarios que se pueden dar con estos personajes en juego.
Yo voy a referirme a una en concreto que puede ser muy dolorosa y dañina para todos ellos en general y, en espacial, para los hijos. Me refiero a aquella en la que uno de los progenitores no ha superado el fin de la relación, sigue enfadado o culpabiliza al otro y esté último mantiene una nueva relación sentimental.
Debemos saber que nuestros hijos siempre nos observan y “gravan” qué hacemos y qué decimos o qué no hacemos o qué no decimos. Lo hacen incluso cuando no parecen que lo hacen y terminan sabiendo, tal vez mejor que nosotros mismos, qué queremos, qué pensamos e incluso cómo nos sentimos.
Nuestros hijos, inconscientes e indefensos, terminan contagiados e infectados de ese mismo enfado y rabia y reproduciendo ese mismo rechazo hacia el otro progenitor y hacia su nueva pareja.
Si como progenitor separado te ves identificado con esta situación te aconsejo te liberes y te suplico que liberes a tus hijos de esta cárcel y de esta condena.