En el ámbito de las relaciones de pareja este refrán viene a decir que una manera de superar una ruptura dolorosa es comenzar una nueva relación.
Sobre este tema habrá multitud de opiniones y de experiencias. Todas ellas respetables y legítimas, pues cada persona tiene el derecho y la responsabilidad de decidir lo que quiere y mas le conviene en la vida. Sería una absoluta falta de respeto y una irresponsabilidad que una persona le diga a otra lo que tiene que hacer o lo que está bien o mal.
Nosotros queremos compartir nuestra experiencia, que no deja de ser una opinión más dentro de esta multitud de opiniones.
Desde nuestro punto de vista una ruptura de pareja, por lo general, es un acontecimiento relevante de la vida y, por tanto, nuestra recomendación es que se le dedique un tiempo y una atención adecuada, suficiente y de calidad, sin distracciones ni sucedáneos.
Toda ruptura conlleva una pérdida o el fin de algo y, por tanto, también conlleva un duelo que conviene trabajar y transitar. Cómo mínimo este duelo requerirá afrontar ciertas tareas como aceptar la pérdida o afrontar un cóctel de emociones muy variadas e intensas. Todo ello necesita su tiempo y su atención.
Por otro lado, toda ruptura es una gran oportunidad para aprender a nivel personal y de pareja. Revisar errores, transformar creencias y conductas, crecer como persona, en definitiva, madurar. Todo ello también necesita su tiempo y su atención.
Iniciar una nueva relación de pareja puede dificultar e incluso impedir lo anterior, entre otros motivos, porque toda relación de pareja, en especial durante sus comienzos, necesita bastante tiempo y atención.
Esto no es ni bueno ni malo, ni mejor ni peor. Cada uno elige y vive como quiere las consecuencias de sus elecciones. Lo que decimos es que a veces es incompatible el tiempo y atención que requiere una nueva relación, con el tiempo y atención que requiere el duelo y el proceso de aprendizaje que conlleva la ruptura de la relación anterior.
Tal vez, porque esta incompatibilidad se sabe, consciente o inconscientemente, algunas personas eligen “sacar un clavo con otro clavo”, es decir, iniciar una nueva relación para superar la anterior o más bien para evitar el “sufrimiento” que puede suponer pasar el duelo o aprender de los errores.