Os pondré un ejemplo reciente, será lo mejor.
“A” le reprocha a “B” su forma de relacionarse basada en los gritos y los malos modos. “B” le dice que es su manera de hablar y no está dispuesto a cambiar, por mucho que insista. De hecho, llevan años en este tira y afloja.
En terapia identificamos que “A” durante su infancia ha sufrido maltrato psicológico y la relación de sus padres era muy conflictiva. Abundaban los “gritos y los malos modos”.
“B”, presente en el relato, se emociona y empatiza de manera profunda con “A”. De forma espontánea nace de “B” darle un abrazo y el compromiso de no comportarse así, consciente de lo que supone para “A”.
“A” conectado empáticamente con “B” comprende y valida su manera de hablar, sin juicios y ni reproches, pues en la historia familiar de «B» esto era lo normal. Antes “A” no estaba dispuesto a verlo de esta forma, pues equivalía a legitimarla y, por tanto, nunca cambiara.
Profundizaron en ellos y lo que no podía cambiar, cambió.
En terapia de pareja, entre otras cosas, atravesamos barreras y aprendemos habilidades que nos reconectan con nosotros mismos y con el otro.