En muchas ocasiones las parejas no son capaces de resolver los problemas y dificultades que atraviesan y terminan optando por estrategias con fecha de caducidad como mirar para otro lado, adaptarse, aguantarse, desconectarse el uno del otro, etc… En la mayoría de estos casos la relación de pareja se convierte en un campo de batalla o en una fuente de frustración e insatisfacción vital.
Algunas veces, algunas de estas parejas, en algún momento, tienen la feliz idea de buscar ayuda profesional para afrontar estos problemas y dificultades.
En esta ocasión no quiero hablar de aquellas personas que consiguen dar un giro de 180 grados a sus vidas y a su relación de pareja, sino de aquellas que piden ayuda, que comienzan el trabajo profesional pero que no lo terminan.
Como he dicho, cada persona elige su propio camino y la pareja igual, y no queda más que respetarlo y aceptarlo, sin hacer juicios de valor ni dar consejos de ningún tipo.
Por tanto, a estas parejas que abandonan, que su motivación se diluye por el camino, que se rinden, quiero decirles que las entiendo. Soy consciente de la dificultad y del desafío personal que supone afrontar los problemas de pareja, pues generalmente requieren entre otras muchas cosas estar dispuesto a cambiar y a no pretender que cambie el otro, a perdonar y perdonarse, a salir de nuestra zona de confort y entrar en espacios desconocidos de nuestro mundo interior, a olvidar lo aprendido y a reaprender lo que creíamos saber, etc…
Y también quiero decirles: ¡Felicidades! por haberlo intentando y ¡Ánimo! para que lo vuelvan a intentar. Porque en Dúo sabemos que se puede fracasar, volverlo a intentar y conseguirlo.