En el transcurso de una terapia de pareja es habitual que alguno de ellos termine por reconocer y asumir la necesidad imperiosa de cambiar ciertas conductas que están dañando gravemente la relación.
Estos momentos conviene afrontarlos dejando a un lado dinámicas de culpabilización y victimización y encuadrándolos en dinámicas de corresponsabilidad y conciencia de que esta situación se suele invertir. Es decir, casi con total seguridad, también aparecerán, si no han aparecido ya, conductas que el otro debe querer cambiar.
Y son estos momentos de dificultad y de cierta sintonía en la relación cuando se suele preguntar: “¿Cómo puedo ayudarle?”
Desde nuestra experiencia la mejor manera de hacerlo es del siguiente modo:
Por un lado, siendo consciente que es inútil y dañino para la relación querer y creer que se puede cambiar al otro. No tenemos ese poder y si lo tenemos no debemos utilizarlo para este fin.
El único que puede generar ese cambio es uno mismo. La pareja lo mejor que pueda hacer es expresarle su apoyo, ánimo y confianza en que conseguirá cambiar esas conductas y sanar parte de la mochila emocional que las sustentaba.
Y, por otro lado, poniendo el foco de su atención en su propio autocuidado, bienestar y felicidad, para que cuando su pareja haya conseguido esos cambios personales, esté ahí, presente y preparada, para acogerla y continuar con la relación.
No será la primera vez ni la última que, si no se hace lo anterior, para cuando se consigue dicho cambio personal, el otro ya se ha rendido u agotado y la relación ha muerto es su transcurso.