La sociedad en la que vivimos ha favorecido un modelo adversarial o de confrontación para resolver los conflictos entre las personas. En cuanto surgen los problemas y las cosas empiezan a torcerse «se ponen a las malas».
Ponerse a las malas suele traducirse en dinámicas víctima-culpable, gano yo-pierdes tú o en confrontar judicializando más que en dialogar, aunque todo ello conlleve daños colaterales para terceras personas o para el propio bienestar o interés personal.
Los conflictos de pareja que terminan en rupturas y éstas en luchas judiciales sin piedad, suelen dejar atrás muchos «cadáveres» y un terreno arrasado, desértico y sin vida.
Sin embargo, también podemos encontrar un oasis en el desierto de las rupturas de pareja. Los desiertos como las rupturas de pareja pueden conectarnos con situaciones y momentos inhóspitos, extremos y duros.
Este oasis aparece cuando se opta por el camino del diálogo, la buena comunicación y la voluntad de llegar acuerdos donde todos ganen.
Este oasis no es un espejismo es una realidad al alcance de todas las parejas que tienen que atravesar el desierto de la ruptura de su relación.
Este oasis son los divorcios que se resuelven de mutuo acuerdo minimizando los daños y las heridas, en especial de los hijos.
En Dúo conocemos estos desiertos y cómo llegar a estos oasis.