Esos locos bajitos a los que se refiere Serrat en su canción, son nuestros hijos e hijas. Y yo voy a hablar altito y claro. ¡No son de goma!
Son inocentes y están indefensos. Su salud física y emocional, sus vidas están completamente en nuestras manos. Es nuestra responsabilidad saber esto, no olvidarlo nunca y actuar en consecuencia en toda ocasión y momento. Sobre todo, cuando se ven envueltos en nuestras crisis o rupturas de la relación de pareja, que es el tema que ahora nos ocupa.
Basta de mirar para otro lado, basta de quitarle importancia o trivializar sobre el tema. Basta de excusas en el enfado, en el papel víctima o en nuestra propia ignorancia.
Nuestra prioridad debe ser ellos y ellas, sin excepciones.
Las formas y maneras de llevarlo a cabo serán muchas y variadas. En todas ellas existe un elemento común. Si sé que un comportamiento está afectando a su bienestar, lo cambio, si tengo dudas sobre cuál es la opción correcta entre varias, decido la que más beneficie al interés del menor, etc…
Si tenemos hijos e hijas, este debe ser el rumbo a seguir. Y no lo cambies bajo ningún concepto. En tiempos de tempestad, en tiempos de confusión, tener un rumbo puede ser tu salvación. Este es el regalo.