En mediación a veces ocurre que alguno de los participantes decide levantarse, irse y con ello poner fin a la mediación.
Esta es una de las tantas situaciones, complejas y delicadas, que el mediador debe saber afrontar. En cualquier caso, siempre desde el completo respeto, comprensión y ausencia de juicio, hacia ninguno de ellos ni hacía si mismo, salvo la natural y necesaria revisión constructiva del trabajo realizado. El mediador debe saber filtrar que parte de responsabilidad puede haber tenido en este hecho.
¡Ojo! No solo los mediados se levantan y dan por finalizada una mediación, también puede y debe hacerlo el mediador.
En Dúo tenemos claro cuando debemos hacerlo:
- Cuando apreciamos un exagerado abuso de poder o faltas graves de respeto.
- Cuando consideramos que la mediación está suponiendo una completa pérdida de tiempo para todos.
- Y sobre todo y especialmente, cuando existen hijos de por medio y el principal objetivo y la primera prioridad para los mediados no sea el bienestar y el interés de éstos.
No somos intolerantes ni somos indiferentes con las dificultades e infinidad situaciones personales que pueden estar viviendo los mediados. ¡Bien qué las conocemos! Pero no vamos a participar en conversaciones y acuerdos de personas que se empecinan en tirarse los “trastos a la cabeza” y en decir estar haciendo lo mejor para sus hijos, cuando estamos viendo cómo estos “trastos” están cayendo y dañando a sus hijos.