«Te veo. Te he visto por dentro. Sé cuál es tu auténtica naturaleza. He visto como brillas. Me he rendido ante semejante belleza. He sentido la natural atracción y admiración ante lo que he visto, que puedo llamar sin pudor y duda, Verdadero Amor.
Cada vez que te miro, comienzo por reconocer tu belleza física y tomo consciencia de las dificultades y aconteceres naturales de nuestra convivencia, del vivir.
Sostengo todo lo que siento en esos momentos, pero sobre todo sostengo tu mirada, confiado y expectante. Y como un sol al amanecer, vuelvo una y otra vez, a ver tus fulgores.
No requiere ningún esfuerzo, solo confiar y saber mirar.”
Esta mirada interior es liberadora y orientadora.