Esta publicación está dedicada a todas aquellas personas que han aprendido que no pueden cambiar a su pareja, pero si pueden cambiarse a sí mismas y que la clave está en saber aceptarla y aceptarse.
Personas que confían en que su pareja será capaz de cambiar cuando llegue su momento y así lo decida. Mientras tanto, cuidan su propia felicidad y bienestar y sostienen y observan, con paciencia y respeto, el sufrimiento que ésta, a menudo, genera y se genera a sí mismas.
Personas con suficiente amor propio para poner fin a esa relación y, sin embargo, no lo hacen por amor hacia su pareja, tan imperfecta y contradictoria, como ellas mismas.
Algunos, si solo se quedan en la superficie de lo dicho, podrán llamar a lo anterior una “relación tóxica”, nosotros lo llamamos una “relación madura” basada en el auténtico amor y la compasión.
Es muy difícil hacer esto. Tiene mucho mérito y valor y, sin embargo, a menudo estas personas son criticadas e incomprendidas. Las personas de las que hablamos son muy difíciles de conocer. Yo hace unos días tuve el privilegio de conocer a una. A ella y a personas como ella dedicamos esta publicación.