Cada terapia de pareja es una experiencia única e irrepetible que habitualmente tengo el privilegio de presenciar y participar.
Cuando por primera vez se sientan frente a mí, yo suelo estar mas atento a lo que no dicen y hacen que a lo que me cuentan.
Uno aspecto al que suelo prestar especial atención desde un principio es identificar los sentimientos, afectos y vínculos entre ambos. Este es un buen termómetro para valorar la posible evolución de la terapia.
No es habitual, pero a veces ocurre. La pareja habla sin hablar, expresa todas sus heridas, frustraciones y agotamiento, mientras sus manos están entrelazadas y se acarician. Un gesto muy significativo y excepcional.
Esta relación está dañada, pero está viva. Lo principal y lo esencial lo tienen, su amor. Solo resta que yo haga bien mi trabajo y, sobre todo, ellos el suyo.