Cada persona es única. No solo físicamente, también interiormente.
Cada persona tiene la capacidad de ver con sus ojos y de mirar con su corazón. A esta mirada le llamo la Mirada Interior.
Esta mirada interior permite ver la auténtica naturaleza de cada persona que está más allá de su historia, su personalidad o su personaje. Ésta permanece invariable y ajena a los avatares de la vida.
Enamorarse y amar la auténtica naturaleza del otro sostiene el Amor Verdadero. Aquel que la convivencia no desgasta, sino que lo pule, aquel que siempre encuentra motivo para perdonar, compartir y construir, aquel que desea la felicidad del otro incluso sin nosotros como pareja.
Vivimos tiempos de crisis en las relaciones de pareja, tiempos de muchas incertidumbres y de muchas recetas milagrosas.
Tal vez esta pueda ser la regla de oro para el amor tan desconocida, perdida e ignorada por muchas personas, pues supone mirar, no sólo a las profundidades del otro, sino a las profundidades de nuestro propio interior.
Y aunque lo escrito pueda parecer una película de ciencia ficción, no lo es. Se trata de una película basada en hechos reales.